La gestión de los residuos sólidos en la ciudad es un proceso complejo que presenta varias dificultades sociales, ambientales y económicas, y que no es atendido de manera integral y definitiva hacia un cambio de modelo de gestión, sino que mantiene latente los problemas cada vez más grandes.

En Ecuador, según el Censo de 2010, existe una cobertura deficiente del servicio de recogida de residuos sólidos, en torno al 85% en grandes ciudades y casi nulo en la ruralidad, mientras que sólo el 30% de la basura generada recibe tratamiento posterior, el 70% restante se arroja a vertederos, ríos, quebradas terrenos baldíos.

En Quito, se estima que los residuos reciclables (vidrio, papel, plástico, etc.), orgánicos y con importancia energética bordean el 83% del total de residuos urbanos, y entre ellos, la fracción más importante, son los residuos orgánicos 63%, que pueden ser utilizados para producir compost o energía. Las operaciones de reciclado formal, desarrollado bajo supervisión del municipio, se reducen al 1%, mientras que el reciclaje informal (minadores a pie de vereda) alcanza apenas al 12%, con serias dificultades en el manejo de residuos indiferenciados y riesgo a la salud de los operadores.

La disposición final en rellenos sanitarios genera varios problemas ambientales, entre los más destacados están la contaminación de cuerpos de agua con lixiviados que son líquidos provenientes de la materia pútrida muy difíciles de tratar, daños a la salud de la población aledaña y operadores por la producción de gases orgánicos, contaminación atmosférica y calentamiento global si el metano generado por la biomasa no es captado y eventualmente aprovechado.

Según los informes anuales de EMASEO y EMGIRS del año 2020, la gestión de una tonelada de RSU tuvo un costo aproximado de 114 USD, que puede llegar a 148 USD si se considera el presupuesto codificado. La estimación de costos directos bordea en 85 USD la tonelada de RSU, gestionado por ambas empresas. En ese año, el Distrito Metropolitano generó aproximadamente 748 mil toneladas, los presupuestos redondeados del año 2020 de ambas empresas fueron respectivamente 83 millones USD para EMASEO y 26 millones USD para EMGIRS, con una ejecución del 78%.

En el Plan Maestro (PM) de Gestión de RSU de Quito, año 2015, se plantea que en los domicilios los RSU se separen en dos fracciones, reciclables como papel, plásticos, vidrio, etc. y el resto mezclado con residuos orgánicos; se considera erróneamente que separar orgánicos en la fuente para ser procesados en planta de compostaje, no presenta ventaja puesto que el volumen de compost producido sería excesivo para la demanda existente e igualmente se lo deberá enterrar. Por otro lado propone que los grandes generadores como mercados, separen sus residuos en reciclables, orgánicos y resto; en este caso la fracción orgánica que representa el 80% se aprovecharía en compostaje o generación de biogás en planta centralizada.  

Otros municipios, más pequeños, no logran atender con la recolección de RSU a toda la población, con coberturas frecuentes alrededor de 70%, los residuos son vertidos en quebradas, riberas, o se entierran o disponen sin ningún manejo, lo que ocasiona contaminación al ambiente y son focos de infecciones y roedores, insectos, malos olores, etc. Además en estos vertederos existe minería de recicladores informales, sin medidas de seguridad que viven de la venta de materiales recogidos y en condiciones de extrema pobreza. El reciclaje en el país, en general, no está debidamente organizado, gestionado ni promovido, las acciones de recolecta, acopio, venta, reciclaje y re uso son incipientes.

 

Gráfica Cobertura de recolección residuos sólidos en provincias de Ecuador       Censo 2010

 

La normativa del sector ambiental regula superficialmente como buenas prácticas o principios el reciclaje, la responsabilidad sobre los residuos generados, la reducción, la inclusión social, etc., sin embargo no tiene la fuerza de ser vinculantes; la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos está delegada a los gobiernos seccionales municipales, y está en muy poco desarrollada.

La gestión de RSU adolece de algunos problemas, entre los más serios: el tratamiento de residuos no se usan tecnologías avanzadas de separación, transformación, reutilización, etc.; la población está ajena a la problemática del manejo de RSU y no hace esfuerzos en reducir, reusar, reciclar y separar sus residuos; los municipios carecen de recursos suficientes para atacar el problema y corregirlo; los residuos son enterrados en lugar de ser reutilizados permitiendo valorizarlos; la población marginal trabaja en separar los residuos en condiciones de alto riesgo; los costos de gestión son relativamente elevados por la falta de optimización de la operación; problemas que finalmente causan serios impactos a los recursos naturales, salud y favorece el calentamiento global, no sólo por la combustión de combustibles de los carros recolectores, sino por la generación de gas metano, desde vertederos y rellenos sanitarios, que no logran capturar y aprovechar este biogás; todo esto sumado al hecho de que la población sigue creciendo así como la generación de residuos per cápita, lo cual significa que los problemas se van agravando con el tiempo. 

El objetivo de sostenibilidad o estabilidad financiera del propio sistema SGIRS se fija por medio del artículo 286 de la Constitución del Ecuador, que señala que las finanzas a todos los niveles de gobierno, lo cual incluye a la Secretaría y a las empresas públicas, debe realizarse con criterios sostenibilidad, responsabilidad, transparencia y estabilidad económica financiándose los egresos permanentes con ingresos permanentes. Siendo la base también a que los costes de las obligaciones de servicio público responsabilidad de los GADs en el Sistema GIRS sean financiados con ingresos, y a sean tasas o tarifas, de carácter permanente, sin embargo el servicio está subsidiado y no abastece a cubrir al 100% la recolección ni a completar los procesos de tratamiento y disposición final de los RSU.

La ciudadanía no está consciente de lo laborioso, costoso y complejo que es la gestión de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) y cada vez genera más residuos y no los separa en la fuente por tipos, lo cual eleva el riesgo sanitario, provoca impactos ambientales y ocasiona pérdidas de oportunidades para valorizar de este residuo. La recolección de basura indiferenciada es más costosa y requiere más recorridos, porque no se pueden establecer circuitos diferentes para cada tipo de residuo. El Plan de Desarrollo del DMQ, establecen como prioridad la participación de la sociedad como responsable en la generación de residuos sin embargo, no se han desarrollado los mecanismos efectivos a través de los cuales se cumpla esta premisa, ni que permitan el conocimiento por parte de la sociedad del funcionamiento del sistema de gestión integral de residuos.

Por otro lado, los residuos constituyen uno de los sectores prioritarios dentro del Plan de Acción Climático de Quito, en el eje de mitigación y reducción de huella de carbono. Las contribuciones de este sector, dentro de la Huella de Carbono de Quito, son del orden del 13%, con un volumen estimado de 661.689 toneladas de CO2eq por año. La Huella de Carbono de Quito puede superar las 11 millones de toneladas de CO2eq. [Inventario de Huella de Carbono realizado en el año 2013 con el apoyo de CAF, CDKN]. La generación de gases orgánicos y metano en rellenos y vertederos, también contribuyen al cambio climático por su efecto invernadero.

Identificado el problema existente en la gestión de recolección y tratamiento de los RSU, problemas que no sólo existen en Ecuador sino que a nivel mundial, según las zonas, se presenta en mayor o menor medida, se propone una alternativa de modelo de gestión de Residuos Sólidos Urbanos. Esto es que, frente a las dificultades organizativas, operativas, económicas de la gestión integral de RSU y sus connotaciones culturales, ambientales y sociales, se propone aplicar un Modelo de Gestión de residuos orgánicos a nivel domiciliar, que implica separación y tratamiento en la fuente.

Más de la mitad de los residuos son de origen orgánico y es la fracción que causa más dificultades de gestión al mezclarse con el resto de basura. En las viviendas la basura emana malos olores, humedece el resto de residuo, atrae moscas, roedores, perros, etc., en las fundas reduce sustancialmente las actividades de separación y reciclaje a pie de vereda por las condiciones insalubres que presenta; los grandes volúmenes y humedad encarece la separación y clasificación de residuos en planta para su eventual valorización; su disposición final compactada en el relleno sanitario genera lixiviados que son líquidos de muy difícil tratamiento y altamente contaminantes de cuerpos de agua, además los residuos orgánicos dispuestos bajo condiciones anaerobias producen biogases que no siempre pueden ser aprovechados, contaminando la atmósfera y contribuyendo al cambio climático; la generación de gases orgánicos y malos olores que atraen vectores, impacta sobre la salud y bienestar de la población aledaña de los rellenos y vertederos.

Dado que la presencia de materia orgánica en los RSU es la razón principal que encarece la gestión e impacta sobre el ambiente y sociedad, es prioritario que esta fracción sea atendida de manera separada y especial, para reducir costos, facilitar el reciclaje de otros residuos y mitigar impactos ambientales.

 

Grafica. Composición media de los residuos municipales en países con alto y bajo nivel de ingresos (Fuente: ISWA-UNEP, 2015)

 

 

 

El nuevo Modelo de Gestión de residuos sólidos urbanos, propone la separación de residuos orgánicos en los hogares, y su posterior compostaje in situ, de esa manera estos residuos no llegan al relleno sanitario ni a los vertederos, duplicando su vida útil porque la recepción de volúmenes es mucho menor, facilitando la clasificación de residuos en planta y simplificando los procesos de disposición y manejo puesto que no existirían lixiviados ni biogás. Evidentemente implantar un nuevo modelo de gestión de RSU toma algunos años en determinada área o población, es decir es necesaria una planificación para la transición de modelo hacia una gestión auto sostenible financieramente, que fomenta la cultura de reciclaje, ejerce la responsabilidad del generador sobre sus residuos, previene los impactos al ambientes y mitiga el cambio climático.

Las familias de las urbes, tienen serios problemas con el manejo de residuos, sobre todo en barrios periféricos y más poblados, así como en el sector suburbano y rural, puesto que el servicio de recolección no cubre la demanda. Por ello una solución efectiva de gestión de RSU orgánicos a nivel doméstico resulta muy relevante dentro de la gestión de residuos municipales.

En Quito se estima que, aproximadamente, gestionar una tonelada de residuos urbanos está por sobre los 100 dólares, para las cantidades producidas anuales se llega a presupuestos sobre los 100 millones de dólares anuales para aseo, recolección y disposición final. En la práctica no existe reciclaje en la planta, con menos del 1% del volumen que ingresa, y el tratamiento parcial de lixiviados cuenta con subsidio desde el cabildo por cerca de 6 millones USD anuales. Si cambia de modelo de gestión, y los residuos orgánicos son tratados in situ, los costos por tonelada se reducen mínimo a la mitad, (considerando que la fracción de mercados si llegaría a la planta de biogás o relleno). El impacto económico positivo sería gigante, el ahorro sería por millones anuales, sólo en Quito, sin contar con los impactos ambientales, climáticos, salud, etc.

Vistas las innumerables ventajas que acarrearía un cambio de modelo de gestión, es decir una separación y tratamiento in situ, se justifica plenamente buscar la forma cómo este tratamiento in situ resulte fácil, inocuo y económico, para ofrecer a las familias y cabildos, una solución que beneficia a todas las partes y que recoge además los principios de economía circular, que está siendo tomada en cuenta dentro de las políticas ambientales nacionales e internacionales.

Es preciso confirmar la viabilidad de la solución propuesta, para lo cual es necesario investigar sobre la posibilidad técnica, constructiva, operativa y financiera de la solución. Con este objetivo se planea desarrollar una tecnología que permita la transformación de los residuos orgánicos en material estable, con niveles de eficiencia que resulte ventajoso frente al manejo actual, esta tecnología se concretaría con el diseño de un dispositivo doméstico de fácil operación y alto rendimiento.

“La tecnología existe para superar las limitaciones humanas”. Es necesario contar con una alternativa de compostaje in situ, que reduzca costes de transporte, tratamiento y operación de relleno sanitario, así como ofrecer condiciones que garanticen un manejo ambientalmente adecuado y que además fomente una cultura ambiental de reciclaje.

La implantación de proyectos de compostaje doméstico puede ser promovida por políticas locales de gestión de residuos y posiblemente con financiación pública. Las normativas locales y a veces estatales pueden promover y regular estos programas.

El auto-compostaje es una alternativa viable de reciclaje de los residuos orgánicos. Reduce el impacto ambiental, mitiga el cambio climático, promueve la separación de residuos en casa, facilita el reciclaje de otros residuos, ahorra ingentes recursos municipales ¡Hay que intentarlo, seamos parte del a solución!